Señales de que eres un victimista
Welcome everybody! En este artículo vlog vamos a trabajar aquellas señales que indican que puedes ser o no un victimista y por qué deberíamos anular este rol en nosotros y/o nuestro entorno
¿Conoces a gente con este tipo de tendencias?
- Suspende un examen y considera que es debido a que al profesor no le cae bien.
- Su marido le pide tener una noche al mes para quedar con sus amigos, y ella concluye que si la quisiera, no le pediría algo así.
- Sus nietos le dicen que este fin de semana no podrán ir a verlo porque tienen una competición y concluye que son unos egoístas. «Dándoles regalos todas las navidades para esto», lamenta.
- Sus padres le piden que haga un recado, y ella se rebela con tono defensivo: «¿Por qué todo el mundo siempre me pide todo a mí?».
- Su jefe lleva todo el año elogiándolo y el día que le dice que su informe no es válido, se enfada, exclamando: «Siempre me dicen que hago todo mal».
Él o ella sufre, se desespera y concluye que todos están en su contra y no entiende los porqués. Pero yo puedo dárselos. ¿Sabes lo que le pasa? Que ha contraído la «peste». La peste de la que hablo es la enfermedad del victimismo.
La enfermedad del victimismo
Se ha ensimismado.
Ha entrado en un bucle en el que, en una escala de cero a diez, la validez de la postura del resto del mundo es cero y la de la suya es veinte.
Cuando contraes esa peste y entras en «modo victimista» se cierran todos los poros de tu piel, y ya nada puede penetrarla. El menor comentario que no sea percibido como cien por cien a su favor, automáticamente lo percibe como cien por cien en su contra. Si conoces a alguien con estos síntomas, te doy la receta.
Receta contra la peste del victimismo
Éstos son los puntos a tener en cuenta para eliminar la peste del victimismo:
- ¿Cuál es el primer paso para ganar la batalla contra el alcohol? Reconociendo que se es alcohólico. ¿Cuál es el primer paso para ganar la batalla contra el victimismo? Reconociendo que se es victimista. Éste es, por tanto, el punto de partida en tu cometido. Mientras no se consiga esto, todo lo demás carece de sentido.
- No busques convencerlo tú. Busca que quien se convenza sea él mismo. Para ello toma cada una de las cosas que te gustaría decirle y entiende que son afirmaciones, y que por tanto, pueden ser tomadas como órdenes. Orden es igual a ataque, y toda sensación de ataque provoca un deseo de defensa. ¿Cómo remediarlo? Muy sencillo. Cambia tus afirmaciones por preguntas.
- Siéntate con la persona que sufre de victimismo y hazle un alto número de preguntas de este tipo: de 0 a 5, ¿cuánta manía dirías que te tiene el profesor (o tu jefe)?; de 0 a 5, ¿cómo de habitual crees que es que tu familia se ponga de acuerdo para llevarte la contraria? Luego anota todas sus respuestas, suma los puntos y muéstrale lo descompensado que está.
- Explícale que aunque tuviera razón, la forma de atraer moscas no es usando limones, sino miel. Si tus amigos te hacen el vacío, la solución no es quejarse. Es seducirlos (con la versión mejor y más honesta de ti mismo).
- Centra tus preguntas en encontrar el beneficio oculto de ese victimismo. A lo mejor alguien odia ser maltratado, pero adora correr a contarlo. Entonces, en el fondo, cuando sucede, no disfruta de lo primero, pero sí de lo segundo, con lo cual podría no querer ponerle fin.
- Y por último, si su victimismo le lleva a alejar a la gente de su vida, quedándose cada vez más aislado, dile que crees mucho en la frase siguiente y que le invitas a pintarla en su espejo del baño: Si a cada persona que te ofende le pones una cruz, convertirás tu vida en un cementerio.
¿Qué hacer con un victimista?
¿Por qué es malo ser victimista?
El victimismo es el placer oculto del ego.
Se trata de un regocijo, de un gusto. Sentir rabia da placer. Llenarte de razón da placer. Alimentar los motivos para no perdonar da placer. Mantener vivo el rencor da placer. Castigar da placer. Mantenerse en el orgullo y no dar el brazo a torcer da placer. Ese placer es la única comida de la que se alimenta el ego, y por tanto es lo único que lo mantiene vivo. Es un veneno y es una tentación beberlo, pero cuando no lo haces, cuando tienes la fuerza de renunciar a él, cortas el alimento y asfixias el ego.
El ego es un bufet de tentaciones en el que quien más gana es quien menos come.
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