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No existen las malas personas
Welcome everybody! Lo que estoy a punto de contarte es impopular: No existen las malas personas, o mejor dicho, la gente tóxica no existe. Si quisiera anotarme tantos igual que un delantero anota goles, entonces te diría una frase mucho más popular y extendida: «Ten cuidado con la gente tóxica». O mejor: «Tenemos que apartarnos de la gente tóxica para que no nos contaminen». Lo siento. No seré yo el que las diga.
Tal vez, leer que la gente tóxica no existe, te de pena, ¿y por qué?
Porque demonizar da placer, y si decimos que la gente tóxica no existe, entonces no puede ser demonizada.
¿Es macabro lo del placer? Sí, pero la gente no piensa en lo macabro que es, sino en el gusto que da. Te puede dar pena porque da gusto usar un tono de denuncia con el que clasificamos a alguien de «persona tóxica» «mala persona» para luego sentirnos todos llenos de justificación en ponerle una cruz, a ser posible con el apoyo de un grupo, ya que, si hay un grupo detrás, la demonización parece más legítima. Mala suerte. No se puede. Y ahora verás por qué.
Historia de José
José, uno de los gerentes de la empresa Chismes, es una persona con numerosas virtudes y un pequeño defecto: tiene el hábito de cotillear.
Su sentencia: «No te acerques a Fulanito. Es una persona tóxica»
Un día, José escuchó a través de una rejilla cómo el grupo formado por sus compañeros habituales de cotilleo empezó a dar rienda suelta a cada una de sus lenguas y dictar la misma sentencia que él solía dictaminar:
«Es tóxico»
Justo cuando estaba pensando «en breve me sumo», su rostro se congeló. Hablaban de él.
«¿Tóxico? ¿Yo? ¿Cómo es posible?»
«Hay mil motivos por los que eso es falso: he invitado a comer de forma desinteresada a cada uno de ellos, soy un padre que adora a sus hijos, lloré cuando dieron un premio a varios de mis compañeros, cedí una parte de mi salario para la operación de la hija de una de las administrativas, dono dinero a cuatro organizaciones benéficas…»
– ¿Por qué entonces se atrevieron a concluir algo tan categórico sobre él?
Porque eran desconocedores de una píldora de sabiduría, la misma que ese día José aprendió. A partir de ese instante, José ya nunca más volvió a categorizar a nadie ni con la etiqueta de «tóxico» ni con ninguna otra.
¿Te gustaría conocer esa píldora? ¡Prepárate!
José entendió algo de vital importancia: que el motivo por el que la gente tóxica no existe es porque…
TODOS ACTUAMOS DE FORMA TÓXICA en algunos momentos y al mismo tiempo. TODOS ACTUAMOS DE FORMA MARAVILLOSA en otros. Este es el motivo por el que ningún ser humano está en posición de demonizar a otro.
Gracias a haberse visto en la piel del que es demonizado, José aprendió que… Nadie tiene el derecho a etiquetar a un ser humano.
Cómo domesticar una lengua adicta al cotilleo
Con parte del relato de José me viene a la mente esta otra pregunta: Cómo domesticar una lengua adicta al cotilleo.
«Anxo, no es un cotilleo. Es un simple comentario»
Normalmente es más lo primero que lo segundo, pero no tienes de qué preocuparte. Yo te daré la solución para diferenciarlos.
Para saber cuál de las dos cosas es, simplemente entiende que existe una línea divisoria que separa lo sano de lo insano, y que la determina la siguiente pregunta: ¿hay morbo?
Si no lo hay, entonces tienes luz verde, ya que será anecdótico y por tanto, algo sano. Si lo hay, no pronuncies el comentario, ya que se tratará de un cotilleo, y todos los cotilleos son destructivos. Si dudas, guarda silencio, ya que la palabra no pronunciada siempre puede pronunciarse, mientras que la palabra dicha ya nunca podrá desdecirse.
Habla siempre bien de los que estén ausentes y ganarás la confianza de los que estén presentes.
Cuándo la crítica me perturba
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Me gustaría recibir el reto semanal, estoy en búsqueda de mi desarrollo interior, y tus palabras me están ayudando mucho.